Lengua y Literatura

Las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial definen en muchas ocasiones los roles y relaciones entre los distintos géneros de una determinada sociedad, otorgando funciones y papeles distintos a los hombres y a las mujeres. Sin embargo, las funciones de género no son estáticas. Al igual que el patrimonio cultural inmaterial, son objeto de cambio y de adaptación permanente a las nuevas circunstancias. Las comunidades «negocian» sus papeles y normas de género con el paso del tiempo y muchas tradiciones que en el pasado eran dominio exclusivo de un determinado sexo, hoy en día han resuelto su apertura. Este es el caso, por ejemplo, de las danzas de Fornela.

Las danzas de Fornela es uno de los ritos más ancestrales del Bierzo, de gran belleza plástica y con más de 500 años de historia. Tradicionalmente estaban compuestas únicamente por hombres solteros sin embargo en los últimos años en algunos pueblos como Peranzanes, Guímera y Trascastro se han incorporado las mujeres ante el riesgo potencial de desaparición de las danzas por falta de componentes masculinos. El número de danzantes va de un mínimo de 12 hasta un máximo de 16 y representan distintos roles. Son, sin lugar a dudas, la tradición furniella mejor conservada, símbolo de identificación por excelencia de esta tierra y uno de los mayores motivos de orgullo para sus habitantes.

Un ejemplo de conservación y salvaguardia que nos permite entender la relación entre género y patrimonio cultural inmaterial y cómo las medidas de salvaguardia pueden ser efectivas en dos sentidos: la protección del bien y, a la vez, una mayor igualdad de género.

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